El mosquito de anoche seguía dando vueltas a la habitación...
Probablemente, estaría decepcionado por no encontrar una gota de sangre que probar.
El sol, de vacaciones.
Coches, recién levantados llevaban a sus dormidos dueños a sus trabajos grises.
Autobuses, metros y zapatillas hacían lo propio, la rutina les había echado de menos.
A cada respiración de los viandantes, se escapaba a la atmósfera una pequeña bocanada de alma, que se veía como vapor blanco...
Aquellos a los que ya no les quedaba alma que perder, aparentaban con un cigarrillo,
muy seguros de si mismos.
Entretanto, había alguien que tenia la manera de escapar.
Eran dos, rebelándose contra lo real.
Mientras no había sol, pasaban los coches, bajaban del bus y del metro las marionetas,
se perdían las sordas pisadas de goma, ocultas tras los taconeos, ellos eran invisibles.
Nadie era capaz de verlos, ni necesitaban aparentar, no se les escapaba el alma.
No habían quedado con la rutina esa mañana, y en sus venas sí había sangre, llena de vida,
y eran ellos su propia luz, y era el trayecto del alma de una boca a otra boca su filosofía...
...Era su beso contra el mundo.
Eme